domingo, 28 de abril de 2013

Día +318. Con azúcar y canela



Los que estéis pasando por esto ya lo sabréis; a los que estéis a punto de hacerlo, os aviso. A partir de la operación, cada vez que comáis algo delante de la gente os van a preguntar si podéis comer "eso" que os estáis comiendo justo delante de ellos. Es algo que con el tiempo, llega a hacerte hasta gracia... ¿No ves que me lo estoy comiendo, alma de cántaro?

Sobre todo, os pasará si os coméis algo dulce o calórico. El otro día, mi chico hizo un pudding de plátano que estaba para chuparse los dedos, y se me ocurrió llevar un poco al trabajo, para que comiéramos todos. Y hubo una compañera que me preguntó si yo podía comer eso, y más aún, si debía. 

Me lo preguntó mientras las dos estábamos comiendo, así que la primera pregunta quedó respondida. Vamos, creo yo. 

La segunda... a ver, no es que no deba. Es que no debo hacerlo todos los días. Pero es algo de cajón, ¿no? Cuando estás a dieta, no te comes un pastel diario. Y yo ahora estoy a dieta perpetua. Sin demasiado esfuerzo, pero a dieta perpetua. 

Pero de vez en cuando, sí me permito un dulce. No mucho, ni muy a menudo. Pero algo sí. Una onza de chocolate, un flan, unas galletas... Desde luego no lo de antes, cuando me podía comer media tableta de chocolate de una sentada. Pero no puedo estar toda la vida a base de ensaladas y pescado hervido; ¡A ver quién soporta eso!

Tras esta reflexión, me voy a desayunar. Y como hoy es domingo, voy a comerme una torrija que hicimos ayer. Al horno, para que no sea tan calórica. Y sólo una. Pero eso sí, con azúcar y canela. 

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